¿Una oportunidad histórica?
Por julián López
A la hora de pensar una democracia
es necesario tener clara la diferencia entre la derecha tradicional y el
fascismo. Asistimos gradual, pero significativamente, a la disociación de esas
dos posturas y… ¿A la oportunidad de abrir una nueva etapa?
En estas elecciones que se definirán el
19 de noviembre en el ballotage han surgido muchas variables de análisis que
nos llevará tiempo terminar de comprenderlas. El panorama político cambio a tal
punto, que todavía no procesamos esas modificaciones.
En primer lugar, el fascismo se
transformó en un partido, es una opción competitiva, tiene chances concretas de
acceder al poder y, aunque nos duela, será protagonista de la discusión pública
en los próximos años. Por supuesto amparadas en las mas retrogradas ideas
liberales de la economía, pero además con un negacionismo y salvajismo tan
furibundos que resulta increíble. Javier Milei, Patricia Bullrich y Mauricio
Macri son el tridente infernal que hacen posible semejante riesgo para la
democracia.
En segundo lugar, un peronismo centrista,
abarcativo, en formato de coalición y con la característica de haber desplazado
a ideas mas de izquierda en el movimiento (caso del kirchnerismo que hoy solo
existe en la provincia de Buenos Aires). Sergio Massa, el otro candidato con
posibilidades de ser presidente, es el ejemplo mas claro de esta situación.
Quien crea que el ministro de economía es kirchnerista… No entiende nada
francamente.
Por último, empieza a abrirse paso una
opción de derecha democrática que se aleja de las posturas extremas. Hay una
gran cantidad de dirigentes de Juntos por el Cambio que se abstienen de cruzar
la línea mas oscura y empiezan a quitarse las ojeras anti K. Caso de Pablo
Avelluto, Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau, entre otros.
Marco esto último porque creo que esta
situación nos abre la posibilidad de correr a un costado a las posturas mas
retrogradas de nuestra historia: Negar los treinta mil desaparecidos no es
joda. La venta de órganos tiene que considerarse una aberración. Aplicar una
dolarización que destruya tu soberanía debería ser un límite económico para
todos. El odio como expresión política debe recibir la respuesta inflexible del
nunca más.
Las derechas e izquierdas existen en todas
partes del mundo y así debe ser. Argentina necesita tener opciones políticas
que debatan ideas, proyectos y argumentos. Pero nunca volvamos a la violencia,
el rencor y el revanchismo. Quizás estemos ante oportunidad histórica de
empezar a cavar los cimientos de un nuevo marco democrático para nuestro país.
O quizás no, y solo fue un rato de entusiasmo… La historia lo juzgará.
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